Mensaje a los participantes en el Congreso
«LA IGLESIA EN LA EDUCACIÓN, PRESENCIA Y COMPROMISO»
Santa Marta, 20 de febrero de 2024
Queridos hermanos,
os saludo a ustedes participantes del congreso convocado por la Conferencia Episcopal Española en Madrid. He sabido que hace cien años tuvo lugar otro gran congreso semejante promovido por los obispos de España. La misión educativa de la Iglesia permanece a lo largo de los siglos. Entonces y ahora nos impulsa una misma gran esperanza que brota del Evangelio, con la que miramos a todos, empezando por los más pequeños y vulnerables.
La educación es, ante todo, un acto de esperanza en quien tenemos delante, en el horizonte de su vida, de sus posibilidades de cambio y de contribución a la renovación de la sociedad.
Hoy, la misión educativa tiene una urgencia particular, por eso he insistido en un pacto educativo global, cuya prioridad es saber poner en el centro a la persona.
Todos tienen derecho a la educación, nadie debe ser excluido. No puedo dejar de recordar a tantos niños y jóvenes sin acceso a la educación en diversas partes del mundo, que sufren opresión e incluso la guerra y la violencia.
Me alegro mucho de que vosotros queráis hacer propia esta urgencia de la educación en este congreso. Trabajad por vuestras necesidades, en España, sin olvidar a nadie. Sed sensibles a las nuevas exclusiones que genera la cultura del descarte. Y no perdáis nunca de vista que la generación de relaciones de justicia entre los pueblos, la capacidad de solidaridad con los necesitados, y el cuidado de la casa común pasarán por el corazón, la mente y las manos de quienes hoy son educados.
Lo propio de la educación católica en todos los ámbitos es la verdadera humanización, una humanización que brota de la fe y que genera cultura.
Cristo habita siempre en medio de nuestras casas, habla nuestra lengua, acompaña a nuestras familias y a nuestro pueblo.
Cómo olvidar la presencia y el compromiso de la Iglesia con la educación en vuestra tierra, de tantas personas y comunidades que han contribuido con su labor a la identidad cultural de vuestra sociedad, y que han enriquecido incluso el camino de la Iglesia universal.
Los animo a que sigan reflexionando y caminando juntos, a que valoren su identidad y su fe. La educación es una labor coral, que pide siempre colaboración y trabajo en red; no se queden nunca solos, eviten la autorreferencialidad. La educación no es posible sin apostar por la libertad abriendo paso a la amistad social y a la cultura del encuentro.
Agradezco que la Iglesia en España haya querido mirar a su misión educativa en toda su amplitud. Podría decirse que es un signo de los tiempos. También doy gracias en especial a todos los educadores, agentes y protagonistas de la educación, a veces cansados y poco valorados hoy. Vuestra misión es querida por Dios y es muy importante para vuestros hermanos.
Jesús bendiga a las familias que tienen que educar a sus hijos y a todos los que estáis entregados a la misión educativa de la Iglesia. La Virgen Santa los cuide.
Estoy cercano a todos ustedes y los aliento a seguir siendo artesanos de la paz. Rezo por ustedes. Por favor, háganlo por mí.
Que Jesús los bendiga y nuestra Madre de Guadalupe los cuide. Fraternalmente.